- Planifica y planifica. El hábito de planificar es fundamental ya que sin un plan es prácticamente imposible conseguir cualquier meta.
- Haz primero las cosas más importantes aunque sean las que menos te apetezcan.
- Divide y vencerás. Aprende a gestionar tus metas como proyectos. Utiliza el “calendario inverso”, visualizando el fin del proyecto y desglosando en unidades de acción necesarias e integrándolas en tu día a día, de tal manera que, poco a poco y sin darte cuenta, acabarás consiguiendo tus metas por muy complicadas que parezcan.
- Evita la multitarea. Centrate en las tareas.
- Pasa a la acción. Lo perfecto es enemigo de lo bueno. No esperes a tener un máster en gestión de proyectos para empezar a planificar. Equivocarte es el paso imprescindible para evolucionar. Sin errores no hay mejoras.
- Aprende a decir no. Es un elemento clave en la productividad si no quieres estar a merced de los demás. Di “ahora no” y planifica el momento oportuno para ocuparte de ello. Los ladrones de tiempo siempre están al acecho.
- Sé minimalista. La papelera es tu amiga. Si no puedes encontrar algo en menos de medio minuto es que tu sistema para guardar tus documentos no es eficiente.
- Atreverte a hacer cosas nuevas que te permitirá evolucionar.
- Revisa tus acciones y crea hábitos de revisión. Lo que no es medible no es mejorable.
- Ten visión global. Las partes se integran en un todo.
“La búsqueda de la productividad personal no es un camino para conseguir un mayor rendimiento, es una vía para obtener una mayor calidad de vida racionalizando el tiempo y el esfuerzo que dedicamos a nuestros asuntos.”